jueves, 23 de junio de 2011

Trabajo ¿Sólo para hombres?

En México, el “machismo” es un demonio que las mujeres debemos enfrentar toda nuestra vida. Llevamos a cuestas el peso de nuestro género y aún cruzando la frontera, el estigma social nos persigue con rabia.
En la Gran Manzana, nuestra existencia pareciera no ser distinta. Violencia doméstica, sueldos inferiores a los que perciben los hombres y acoso sexual en centros de trabajo, son algunos de las tragedias cotidianas que nos acechan secretamente.
Afortunadamente, hay pequeñas victorias que merecen ser contadas.
María Salas, una mexicana que aprendió a sacudirse el miedo, logró romper paradigmas y ganar autoridad en un trabajo ¿sólo para hombres?
Salas tiene más de 12 años laborando como “jardinera” en Long Island. Al llegar a la isla, buscó trabajo en tiendas y restaurantes. La falta de oportunidades la llevó a desempeñar un “trabajo sucio” y poco común para el género femenino.
“He sufrido discriminación de mis compañeros varones por el sólo hecho de ser mujer. Me siento enojada porque tuve que enfrentar el machismo en mi país, y ahora también tengo que luchar con esa cultura en Estados Unidos”, aseguró.
A pesar de que su esfuerzo físico es similar al de sus colegas, María recibe un salario menor; no obstante, sigue esforzándose para demostrarle a sus hijas que nada es imposible.
“Me siento orgullosa de ser mujer y de haber logrado colocarme en un duro oficio. Creo que debemos abrirnos camino para lograr una verdadera igualdad de género. Tenemos una doble responsabilidad por ser mujeres y por ser latinas”.
Sus manos se han hecho tan fuertes como su alma. Entre tierra y ramas, Salas se siente orgullosa de ser distinta. María siembra en terrenos fértiles, tan florecientes como su lucha diaria.  


María Salas durante una jornada de
trabajo en Long Island.