lunes, 4 de julio de 2011

Madre-Padre

Alondra Nájera pasa días y madrugadas preparando quesadillas de flor de calabaza. Cocinándolas al rojo vivo de un sartén metálico, donde también se sazonan sus sueños y esperanzas.
Nájera ha dejado tres de sus mejores años en un carrito de comida en la Avenida Roosevelt, Queens.
Al ritmo de la música duranguense y de la orquesta de hierro del tren 7, la mexicana originaria del estado de Guerrero, ofrece a sus clientes tacos de bistec y gorditas de chicharrón.
Como madre soltera, hace un doble esfuerzo para reconciliarse con la vida, pues la vida misma le ha cobrado una factura muy cara por sus aciertos y errores.
Alondra es el sustento económico de cuatro pequeños en México y a uno más en la Ciudad de Nueva York.
“Soy padre y madre al mismo tiempo. Me esfuerzo por darles a mis niños lo que necesitan. El Día del Padre lo festejo trabajando de 6 de la tarde a 5 de la mañana”.
La madre-padre tiene el doble de responsabilidades. Además de enviar remesas, se comunica todos los días a México para hablar con sus “amores”. En la Gran Manzana, está al pendiente de que a su bebé no le falte nada.
“Para mí es muy difícil salir adelante, pero no imposible. Mis hijos son primero. Todas las mujeres en mi situación merecen celebrar el Día del Padre”.



    Alondra Najera se considera madre y padre.
    Un rol que muchas mujeres inmigrantes
    deben asumir en la Gran Manzana.
  

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